La moda es un fenómeno que comenzó en el siglo XVII cuando el rey Louis XIV en Francia se encontró con un problema económico: ¿cómo aprovechar la bonanza económica de las colonias españolas e inglesas? La respuesta fue el comercio de lujo: comprar ropa diferente cada año, hacer cambios de estilo y de temporadas. Con ese antecedente se desarrolló la Alta Costura y, desde entonces, por excelencia la moda y Francia han quedado unidas en el imaginario colectivo.
Pero el mismo proceso se fue dando en una distinta línea de tiempo en cada país del mundo. Japón, por ejemplo, tuvo el esplendor de su moda hasta los años setenta del siglo XX, gracias al grupo de los que ahora son los nombres más importantes de la creación nipona: Yamamoto, Miyake, Kawakubo. Esos tres personajes construyeron su propia idea de moda, que se volvió reconocible en todo el mundo.
En México es ahora que estamos viviendo el mismo momento. Nuestra moda comenzó en la década de los cuarenta con la obra de los pioneros Henri de Chatillon, Armando Valdés Peza y el más grande de todos: Ramón Valdiosera Berman. A partir de ese momento, cuando todavía no podíamos hablar de una industria, se sentaron los intereses que hasta la fecha se siguen discutiendo: si el camino es la artesanía o la industria; si nos basamos en la tradición y sabemos esquivar el folklor, si la visión es autoral o creamos marcas funcionales.
Dolores del Río.
Durante todas esas décadas, los diseñadores se fueron dando en ‘racimos’: los que consolidaron las primeras marcas que entraron a las departamentales en los años cincuenta, como Pedro Loredo y Manuel Méndez; los que en los sesentas buscaron lenguajes vanguardistas, como el recientemente extinto Esteban Mayo; el exotismo de los ochenta en Janna Jaffe o Mónica Aboumrad. Pero sólo hasta este momento, a finales de la segunda década de los dosmiles, que tenemos marcas y propuestas que sobreviven desde que se conciben, que sí funcionan como negocio, que hacen colaboraciones y que encuentran a través de las redes sociales la manera de llegar al gran público.
Sólo ahora podemos hablar de industrias creativas en la moda, porque ya existe un ecosistema de marcas, creadores, instituciones y plataformas. En México, la industria de la moda tiene un valor de 147,000 millones de pesos, que representa el 1.9% del PIB nacional y genera un millón de empleos. Toda esa creatividad y toda esa derrama económica fue lo que impulsó a DMx32 a descubrir lo que viene en el futuro y ayudarlo.