Cinco cosas que nadie sabe de la ‘Casa de las Flores’
La serie apenas llegó a Netflix y ya se convirtió en todo un éxito. No importa si ya la has visto o no, no te puedes quedar sin conocer estos datos
La serie está en boca de todos y hay muchas controversias, lo que indica que algo profundo está moviendo el sentir mexicano. Sólo el propio Manolo Caro sabe el secreto para combinar tantos ingredientes, pero nosotros quisimos recalcar los elementos interesantes en la serie, que anclados a la creatividad y la identidad, son parte de los muchos elementos buenos que tiene.
1. Tiene un amor por lo exagerado
Probablemente podríamos calificar a la serie como ‘Kitsch’ -expresión que se gusta para referirse al ‘mal gusto’ o con una estética diferente a la nuestra-. La genial Susan Sontag, intelectual de los 60s definió el kitsch como al hermanito chiquito del Camp.
El Camp es un estilo y una sensibilidad que se vuelve muy atractiva por su gusto dudoso y por su valor irónico. No sólo no está de acuerdo con los valores tradicionales del ‘arte’, sino que pone al revés conceptos como la belleza, el valor y hasta el buen gusto, presentándolos en una estética que sólo puede existir dentro de sus propios límites. De hecho, se subraya que las manifestaciones más auténticas del Camp están siempre en el cabaret, la pantomima -o sea en la ‘otra’ Casa de las Flores que se dedica al drag, y no a la floristería-. Casi como para estudio de caso para una tesis, Sontag define al camp con estos adjetivos: artificio, frivolidad, pretenciosidad clasemediera, ‘naiveté’ -como en el personaje de Paulina que hace Cecilia Soto-; impertinencia y excesos chocantes. Exactamente las gracias que encontramos en la serie.
2. Mi Vero preciosa
Una generación nueva que la descubre. Otra generación que la reencuentra con encanto. Verónica Castro es una primera actriz que une las grandes épocas del espectáculo en México: desde las películas de los sesenta, hasta sus protagónicos en las telenovelas más recordadas como ´Los ricos también lloran’ y ‘Rosa Salvaje’; la conducción en programas de revista legendarios como ‘Mala Noche, No’ y la vez que era la ‘Big Vero’ convirtiéndose en la reina de los ‘Realities’ mexicanos con todas las versiones del Big Brother. La última figura que nos queda del cine de oro mexicano, es Silvia Pinal, y ante eso ‘la Vero’ tiene un legado igual de impresionante.
3. El valor de la pintura
Roberta Lobeira es una pintora regiomontana con un estilo definido: lo que comenzó como imágenes de un editorial de moda, es intervenido ahora con collage y personajes de caricaturas o hasta marcas de dulces. Una vez resueltos los elementos, Roberta los dibuja y los pinta con maestría en composiciones sorprendentes que rompen lo cotidiano y van más allá de cualquier descripción, no son ni surrealistas ni posmodernos, son un espacio pintado, pero tridimensional. Su pintura es como lo que hubiese pasado si el genio de Julio Galán no se hubiera extinguido de manera temprana, una artista que continúa todas las tradiciones del arte mexicano, pero los sitúa en el el siglo XXI.
4. Deliciosa paleta de color
La ropa de la familia De la Mora se confunde con el fondo, los lilas y morados de las prendas están presentes en los grandes estampados de las paredes. No es papel tapiz, es como un cuadro de Frida Kahlo gigante que devora las estancias y las hace aún más falsas. Como en las casas británicas donde siempre hay texturas imposibles, aquí eso se extiende a los muebles: una cabecera hecha con la misma técnica que las cajas de artesanía mexicana, con intrincadas celosías y filigranas. En muchos lugares hay dibujos sinuosos cortados en madera, que recuerdan al Art Nouveau. Es impresionante cómo lograron hacer de la casa un escenario que en cada escena se convierte en una pintura, levantando propuestas de avanzada en interiorismo.
5. Notitas Musicales
Amanda, Paulina, Trevi y Yuri: presentes no sólo en la trama, sino complementando la experiencia visual. Mecano, Alaska y Dinarama, Julieta Venegas, Mijares. Uniendo las épocas de la música mexicana que complementan exactamente la experiencia estética y el descubrimiento que las nuevas generaciones tienen con Verónica Castro. Provocando lo que los visuales, las sorpresas de la trama y los personajes crean, pero a través del sonido y los ritmos.
En el primer capítulo aparece una frase que nos aclara todo:
"La normalidad es un camino pavimentado: es cómodo para caminar pero nunca crecerán flores en él."
- Vincent Van Gogh.
Así es cómo queremos que nos dejen disfrutar de este placer culposo.