Su labor fotográfica trascendió a la historia de México al capturar momentos históricos y permitir a las siguientes generaciones ver con sus propios ojos muchos de los sucesos por los que ha atravesado nuestro país
Por Sebastián Zelaya
¡Qué privilegio tener la capacidad de capturar un instante para siempre! Si lo piensas, la fotografía es una idea totalmente antinatural: los momentos más pequeños y simples, y también los más complejos y maravillosos, son efímeros por naturaleza, pero el disparo de una cámara y el impacto de luz sobre un sensor son suficientes para guardarlos para siempre.
Por esta razón, la fotografía ha sido una parte fundamental del desarrollo histórico y periodístico universal (se toman millones de fotografías cada segundo del día) y por esta razón, el Archivo Casasola, una de las ramas más importantes de la Fototeca Nacional de México, es un tesoro cultural de nuestro país que TODOS debemos conocer.
La fotografía se inventó en Francia y casi de inmediato llegaron los primeros fotógrafos trashumantes -nómadas-, que abrieron sus fotoestudios. Era la moda de ese entonces que cada familia tenía su álbum lleno de fotos familiares, con amigos y hasta de gente famosa y sucesos del momento. Desde finales del siglo XIX, Agustín Víctor Casasola Velasco comenzó una labor de producción y colección de imágenes que, junto con el trabajo de su familia y luego de otros fotógrafos, creció a lo largo del siglo XX, para formar lo que es hoy en día una de las colecciones fotográficas más ricas del mundo. Era como una agencia de fotos de aquel entonces.
Si alguna vez has visto (y estamos casi seguros de que sí) la fotografía de Pancho Villa sentado en la silla presidencial junto a Emiliano Zapata durante la convención de Aguascalientes en 1914, o la increíble foto de la soldadera asomándose desde un vagón de ferrocarril -ambas fotografías íconos del país- es gracias a la lente visionaria de Agustín Víctor, quien como reportero sintió la necesidad de documentar sus historias en imagen, convirtiéndolo así en uno de los primeros fotorreporteros de México.
Reporteros de placa de vidrio
A principios de la década de 1920, Casasola, preocupado por regalarle al país un acervo fotográfico de la historia de México, creó el Álbum histórico gráfico. Las imágenes funcionaron como un acompañamiento a los textos de Nicolás Rangel y Luis González Obregón, pero su riqueza expresiva, resultado del genio de Agustín Víctor, también dieron al álbum información visual no interpretada que hoy se considera invaluable para entender momentos clave de nuestra historia, al igual que periodos enteros de ella.
Aunque el proyecto fracasó, fue el principio de otro: la Historia gráfica de la Revolución de 1942 fue una recopilación de centenares de imágenes –incluyendo una de Emiliano Zapata minutos después de su muerte- tomadas durante los años revolucionarios de México que fueron, quizás sin saberlo, la semilla de movimientos nacionalistas del arte y la educación en México y de la iconografía que ayudó a forjar una identidad nacional.
Memoria del país
En 1976, el presidente Luis Echeverría ordenó la adquisición, investigación y difusión del Archivo Casasola y, desde entonces, ha sido una fuente indispensable del estudio de la historia social, cultural, política, tecnológica, geográfica y demográfica de nuestro país.
El admirable trabajo de Agustín Víctor Casasola como fotógrafo y archivista es único y es un ejemplo más del espíritu creativo y la sensibilidad histórica que acompaña siempre al talento mexicano. Casasola escribió la historia de México al registrarla con una cámara fotográfica y, en este sentido, todos podemos hacerlo de maneras distintas. ¡La historia de nuestro país es el talento de todos los mexicanos!
La fotografía nos importa mucho en DMX32, pues es la manera en la que se vuelve compartible la experiencia. Si quieres conocer más de este acervo, no dejes de verlo en línea en la fototeca Nacional, reservorio de toda la memoria fotográfica que tenemos como mexicanos.