Nuestro país es un participante activo del movimiento #bodypositive desde hace años, aquí te explicamos lo que es y todo lo que engloba
Desde antes del 2012 las instituciones nacionales de salud pública comenzaron a investigar el tema de la obesidad en el país. Desde entonces se replicaron estos estudios y los resultados arrojados fueron (y aún son) constantes: alrededor de un 70% de la población tiene sobrepeso u obesidad. Pero más allá del obvio problema de salud, los estudios demostraron algo muy relevante como dato demográfico, étnico, social y para la industria de la moda, pues se descubrió que, al contrario de lo que tanto anhelábamos como sociedad, el cuerpo mexicano promedio no es el de un europeo; el cuerpo del mexicano es el resultado del mestizaje, o sea bajo y robusto.
Las marcas de ropa aún no se daban cuenta que, en términos generales, en México, las llamadas “tallas especiales” son las tallas pequeñas, mientras que las grandes representan la normalidad: las empresas extranjeras de fast-fashion como Inditex y H&M, muy populares entre los segmentos sociales más altos del país, siguieron mandando mercancía con las proporciones europeas que, si acaso funcionan en México, es por mera casualidad (y por un síndrome colectivo de dismorfia y falta de aceptación del propio cuerpo).
Dar luz a esa realidad impactó a la producción, importación y consumo de ropa en el país. Las empresas nacionales, como ya lo hizo la marca JULIO, pionera desde hace más de cuarenta años de la ropa diseñada para la mujer mexicana y su cuerpo, comenzaron a sumarse al movimiento #bodypositive. Empresas como COPPEL y Liz Minelli pronto se dieron cuenta de la importancia de ese nicho en el mercado y comenzaron a dedicar líneas completas a las “tallas especiales” o “tallas extra”, volviendo sus negocios más inclusivos y prósperos dentro del país. Sucedió también que otras compañías extranjeras populares como Sears o C&A, en sus divisiones mexicanas, también adoptaron la tendencia, haciéndolas parte de sus campañas comerciales.
En nuestros días, cuando la inclusividad es el hilo conductor de nuestra vida cotidiana, el body positivity (positividad del cuerpo) parece algo obligatorio en la industria de la moda para no ser “políticamente incorrectos”, pero en nuestro país la aceptación del cuerpo y, sobre todo, la importante adaptación de las marcas a la realidad de sus clientes, no es una moda, sino una necesidad fundamental e indispensable.