Probablemente ninguna otra personalidad habría podido interpretar tan bien a Nahui Olin en los años fundamentales de su vida y su historia
Por Sebastián Zelaya
El trabajo de una actriz es complicado en muchos sentidos: equilibrar lo que eres con lo que es un personaje, y no sacrificar la esencia de ninguna de las dos partes, constituye el gran arte de la actuación y no es una tarea fácil. Pero cuando se trata de interpretar a una mujer que existió realmente, que para muchos es la rebeldía, la liberación personificada y un ícono indiscutible, el reto es aún mayor.
Este fue el caso de Irene Azuela cuando interpretó a la “olvidada” y controvertida Nahui Olin, artista mexicana de comienzos del siglo pasado.
La vida de Carmen Mondragón Valseca, como la llamaron al nacer, fue como un cuadro tumultuoso lleno de colores diferentes de distintas pinturas aplicados con una gran variedad de pinceles; Ciudad de México, París, San Sebastián, Hollywood y decenas de las personalidades más notables de los círculos sociales y artísticos de dichas ciudades, junto con el tornado de su personalidad propia, formaron poco a poco a quien un día sería Nahui Olin.
Musa de los veinte
Sin tener la celebridad extraordinaria de cierta otra artista mexicana de su época - cuyo nombre evoca huipiles, flores en la cabeza y una casa azul-, Nahui Olin se ganó a partes iguales el repudio y la admiración de la sociedad y la clase cultural del país, pues se desnudó en cada verso y cada pintura que hizo. Introdujo a México la ingenuidad erótica, intelectual y magníficamente calculada en su obra. Una personalidad comparable a la suya surgió hasta años después, cuando otra poetisa mexicana, también nacida aristócrata, se dió a conocer con el nombre de Guadalupe y por apellido, Amor.
Para una actriz con la experiencia de Irene Azuela, interpretar a una mujer de la década de los 20 no es una novedad, pero en este caso no se trataba de cualquier mujer. En ‘Nahui’, el filme del director Gerardo Tort, Azuela demuestra su compromiso con el cine, la modernidad de sus dotes como actriz y su gran sensibilidad para empatarse y entender al personaje que le han confiado.
Aunque Irene, interpretó los años fundamentales de Nahui Olin, ya que no fue la única actriz que dio le dio vida en esta película, pues la acompañaron Tessa Ia y Delia Casanova como la Nahui joven y la Nahui mayor respectivamente, para dar redondez biográfica a la historia.
La impulsividad errática en las actuaciones de Azuela y un muy justificado desnudo son bellísimas prueba de esto. Es en esto que radica lo genial de su trabajo en el film: su actuación es tridimensional y transporta al público dentro de la vida de Nahui Olin y de quienes la rodearon. Irene es una rosa de los vientos en el que al mismo tiempo aparecen la mujer, los hombres, la ciudad, la época, la poetisa, el poema, la pintora y la pintura.
Una nueva diva
La película ‘Nahui’ regala al público mexicano y al mundo una historia que todos deberíamos conocer. La historia de la magnífica Nahui Olin fue tan relevante en su época como lo es ahora; en épocas de este conservadurismo improbable, comprender y admirar la vida de una mujer tan escalofriantemente liberada, resulta una necesidad y, gracias a Irene Azuela y a su director, es una posibilidad cinematográfica para la eternidad.
El clamor es siempre el de ver cine mexicano, pero en este caso, tenemos que ir para sumar otro arquetipo mexicano a la construcción del eterno femenino de nuestro país.