‘Alta costura’ sobre Paseo de la Reforma: la historia de Henri de Chatillon

Henri de Chatillon es un diseñador poco conocido, pero fue uno de los pioneros de la moda en México. DMX32 ve a las industrias creativas en todas las épocas

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Por Sebastián Celaya y Gustavo Prado

París, la cuna y autoridad en la moda, le regaló un poco de su talento a Henry Hutchinson -de padre británico y madre francesa- nacido en ‘la Ciudad Luz’ en 1902, pero que después vino a vivir a Pachuca, Hidalgo. Partió para estudiar, regresando a la ciudad de México tal vez en 1942 -las fuentes son obscuras-. Lo que es un hecho es que abrió una tienda de sombreros carísimos y fantásticos bajo el nombre Henri de Chatillon, sombrerero en una mansión sobre Paseo de la Reforma (en la antigua casa de una amante de Maximiliano).

Los sombreros de Henri y las señoras que los llevaban

Sus creaciones fueron reveladoras para México por su creatividad y el ‘savoir faire’ francés que demostraba. Las señoras de la sociedad capitalina podían adquirir los sombreros que veían en las revistas europeas -medianamente accesibles en el Palacio de Hierro- pero ahora reinterpretados por un auténtico parisino dedicado a satisfacer a su adinerada clientela.

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En 1947, cuando Christian Dior apenas debutaba, Henri de Chatillon ya introducía una línea de vestidos para complementar sus sombreros; aún cuando sus inspiraciones y materiales eran mexicanos, sus diseños evocaban definitivamente a París.

Un evento social

Media hora antes del desfile anual organizado por Henri, los Packards y Cadillacs con sus rigurosos choferes uniformados, dejaban a las clientas frente al taller en el número 260 de Reforma, la Glorieta de la Palma, parando el tráfico de la avenida en aras de la moda. Una a una desfilaban las modelos estadounidenses y francesas exhibiendo los trajes de día y vestidos de noche (entre otras monerías imaginadas por Henri) que iban de los 1,500 a los 5,000 pesos y que llevarían durante todo el año las matronas de la alta sociedad mexicana.

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Un diseñador completo

Con 78 trabajadores y mil vestidos al año, Chatillon hizo de sus creaciones elegantísimas un negocio de un millón de pesos al año, algo enorme para la época. Poco tiempo después comenzó a exportar a las grandes tiendas de Estados Unidos, como los famosos almacenes Neiman Marcus en Dallas, en donde se vendían ediciones de sus modelos a precios más elevados. Al igual que Dior, Henri era un buen modisto con un entendimiento agudo de los negocios.

Chatillon, un gran señor “pomposo y afectado”, como lo describió el fotógrafo Antonio Caballero, tiene el fabuloso mérito de haber traído hasta México una probada del esplendor de la alta costura Parisina en su época de oro. Un estilo que las mexicanas adoraron: las señoras de la Roma y Polanco por fin lucían como Ava Gardner o la sensacional Marlene Dietrich, todo gracias a Henri de Chatillon.