Analizamos las colecciones más icónicas de Yves Saint-Laurent y su estrecha relación con el arte.
Por: Kathia García
Para algunas personas hay un dilema filosófico en la definición de si la moda puede considerarse como un arte o no. Mientras algunos “puristas” del arte canónico opinan que no, otros no lo dudan ni un segundo citando ejemplos de prendas que se han vuelto icónicas en la historia de la moda.
Como muchos otros de estos dilemas de apreciación, es complicado establecer una respuesta definitiva y que logre conciliar todos los puntos de vista, de ahí su condición de irresolubles. Como quiera que sea, podemos hablar sobre un caso en que el arte pictórico, de los pinceles de grandes maestros, se fundió con prendas que se vistieron y desfilaron en las pasarelas. ¿Cómo? ¿Quién es la mente detrás de esta mezcla extraordinaria?
Tres palabras: Yves Saint Laurent. Diseñador argelino que vino a marcar una ruptura en el mundo de la moda de su época, de la cual, todavía ahora podemos percibir sus ecos. En palabras de Pierre Bergé: “Actuó socialmente, más que muchos otros, por la igualdad de los sexos y por el reconocimiento de una mujer moderna, que no es un objeto, sino que forma parte de su tiempo y hace alarde de sus certezas”.
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Además de romper con los cánones de diseño específicos para las mujeres, con la formalidad y neutralidad de las prendas del estilo de su época y con lo monótono de las fuentes de inspiración, Saint Laurent transformó su pasión por el arte, en una musa.
Como gran admirador del arte retomó y de alguna forma, homenajeó a los artistas que más idolatraba. Sus obras y los movimientos artísticos de que entonces, lo influenciaron e inspiraron para convertirse en un innovador, en alguien que podríamos identificar como un trendsetter, de la misma forma en que Picasso y Braque lo fueron.
Los resultados de ese diálogo entre moda y arte se ven manifestados en sus colecciones de 1965, con un vestido que hace una inconfundible referencia a Mondrian; en 1970 y 1988 toma como base las obras de Georges Braque para algunas de sus prendas; en 1979 y 1988 retoma elementos de la estética de Picasso para fundirlas en múltiples diseños.
Más allá de argumentar si la moda es arte o no, no podemos negar esa sensación de admiración y satisfacción que han generado los diseños de las grandes leyendas del mundo del High Couture, de las misma forma que se agradece la coincidencia de este tipo de intercambios, como el que tuvo a bien establecer el gran, Yves Saint Laurent, que permanecerá eterno en sus diseños.